De pequeñita, a María encantaba caminar por el jardín cogida de la mano de la abuela, que le hacía oler las rosas, con cuidado de no pincharse con las espinas, y observar a las mariquitas, mientras juntas les cantaban una canción. Lo más divertido, sin embargo, era cuando la abuela le hacía «ralet,ralet» en la palma de la mano. El tiempo ha pasado, y ahora es María la que guía a su abuela por el jardín, oliendo rosas y observando mariquitas. Porque la abuela tiene Alzheimer y no recuerda a María, ni las cosas que hacían juntas. No recuerda nada … ¡Excepto las cosquillas que le hacía a María en la palma de la mano!